CONFINAMIENTO – DÍA 96
CUENTA REGRESIVA AL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ
El regalo de la vida
Denver, EEUU
En esta vida intentamos crear una imagen y no tenemos ningún entendimiento de lo que la vida significa. Ninguno. Cero. Porque cualquier información que tenemos sobre la vida no viene de nosotros. Viene de otras personas. Porque nosotros estamos en el medio de todo, ¿verdad? No sabemos cómo es. No sabemos qué sucede en realidad.
Lo único que sabemos es que deseamos ser felices. Porque cuando somos felices nos sentimos bien. Así que ahora nos hallamos en esta vida. Sabemos que es lindo ser feliz. Es lindo cuando las cosas están bien. ¿Pero nuestra versión de la felicidad? Ni siquiera sabemos qué es, porque generalmente creemos que somos felices “siempre y cuando las cosas vayan como a mí me gusta” Si las cosas van como a mí me gusta, todo bien.
¿Y cómo te gusta que vayan las cosas? Vas a ochenta millas por hora en una zona donde el límite de velocidad son cincuenta y cinco millas. El policía te detiene y te dice: “¿Sabes que ibas con exceso de velocidad?” Y tú dices: “¡Ay! No sabía que había rebasado la velocidad permitida”. Estás mintiendo descaradamente.
Pero luego el policía te dice: “¡Ah, lo siento! Yo no sabía que tú no sabías que ibas con exceso de velocidad. Perdóname ¡Por favor, continúa tu camino! ¡Mil perdones por haberte demorado cuando ibas a hacer algo, evidentemente, muy importante!”. (Como a mí me gusta).
Así que, ¿cómo me gusta que vayan las cosas? ¿Cómo te gusta a ti? ¿A nosotros? No es natural. Nos gusta que ocurran cosas que no son naturales. Si te estás retrasando, si llegas un poco tarde, que el sol salga un poco más tarde. Si vas llegando tarde y está oscureciendo (sobre todo si es invierno, cuando oscurece muy temprano), entonces que el sol desacelere. ¡Vaya!
Y este pequeño teatro, está representación sigue hasta que chocas con el otro muro. ¿A qué me refiero con el otro muro? Son los dos muros: el muro por el que llegué y el muro por el que voy a desaparecer.
En cualquier otro lugar esto se llamaría postergación, porque lo que es inevitable va a suceder de todas maneras, y estás tratando de aplazarlo. Estás como: “¡Ay, Dios mío!”. Así que cuando se acerca ese muro dices: “¿Un día más? ¿Dos días más? ¿Tres, cuatro, cinco días más?
Estoy seguro de que la muerte se sienta ahí y se ríe a carcajadas. Porque no te das cuenta de que el que tiene el tiempo limitado eres tú, no la muerte. La muerte tiene todo el tiempo del mundo. A la muerte el tiempo no le importa en absoluto: “Cuando sea. Yo estoy lista. Te conozco desde el día que naciste”. El único que no te conoce desde el día que naciste, ¿sabes quién es? Eres tú.
Y es de esto de lo que hablo. Este mensaje mío está entrelazado con la paz. No está basado en la fe. No tienes que tener unas ciertas creencias y luego todo encaja. Se trata de que experimentes esto por ti mismo. De que lo entiendas por ti mismo. De que vivas esta vida cada día con entendimiento, por ti mismo.
No una fórmula. No la interpretación de alguien ni la cita de un libro. Sino tú. Tú como ser humano. De eso se trata, amigos.
¿Ves esta Tierra? ¿Ves las montañas, los ríos, ese sol, las estrellas, la vía láctea, la nieve, los desiertos? ¿Sabes cuál es el eje de todo eso? Eres tú. Se te da la oportunidad de existir, de presenciar, de admirar, de enamorarte, de sentir asombro. Todo gira en torno a ti.
Pero tú no crees que se trate de ti sino de todo lo demás, no de ti. Sí que importas. ¡Pero te irás! Y para ti, todo eso que te asombraba también habrá desaparecido. Entonces habrá otra persona y esa persona será el eje, y luego será otra, y otra y otra. Pero en este momento se trata de ti.
¿La divinidad? Esta es tu oportunidad, tu única oportunidad de entender lo que es la divinidad. Esta es la única oportunidad que tienes de experimentar lo que fundamentalmente se llama alegría. Esto es. Está ahí para ti.
Este es el único momento en el que podrás experimentar la claridad. Y te tocará. La serenidad te tocará. La alegría te conmoverá. Y cuando eso suceda, ¿sabes qué surgirá? La gratitud más dulce y más profunda, que no se trata de modales. No es eso que tu madre te decía que tenías que decir cada vez que te daban un caramelo.
¡Se trata de ti! Porque puedes conectarte con eso. Puedes conectarte con el universo. Puedes sentarte. Puedes mirarte la mano y admirar esa piel, porque el material del que está hecha no es distinto al material del que está hecho el universo entero. ¿Cómo de poderoso es eso? ¿Cómo de increíble, cómo de dichoso es eso?
Así que cuando hablo de paz, la paz en realidad habla de lo que debería atraerte. Así que permíteme que te diga qué debería atraerte. Debería atraerte este aliento. Cuando entra en ti te trae el regalo de la vida. La vida. Sin ella no tienes nada, no eres nada.
Tu cerebro, tan increíble que puede resolver problemas, funciona solo porque estás vivo. No funciona independientemente. Ojalá lo hiciera, pero no es así. Funciona solamente porque estás vivo. Y el que te trae el regalo de la vida es el aliento.
Tu capacidad de amar a alguien solo es posible porque estás vivo. Tu capacidad de tener relaciones, de que alguien sea tu tío, tu tía, tu hermano, tu hermana, tu padre, tu madre, tu hijo… lo que sea, es posible solamente porque estás vivo.
Así que necesitas estar vivo para poder disfrutar. ¿Y qué te trae el regalo de la vida? El aliento. Todas las cosas que quieres hacer y quieres hacer bien, primero tienes que estar vivo para poder hacerlas. Y adivina: ¿qué es lo que te trae el regalo de la vida? Tu aliento. ¿Qué sabes sobre el aliento? Nada. Absolutamente nada.
Lo que somos se trata del ir y venir de este aliento y no tenemos ningún entendimiento de lo que esto es. Esto es una catástrofe y quiero evitarla. Quiero evitársela a todas aquellas personas sobre la faz de la Tierra que quieran escucharme. Quiero evitarla, porque esto es una catástrofe.
Conoces a todos los demás pero no te conoces a ti mismo. Esto es una catástrofe. Necesitas saber quién eres. Necesitas conocer tu ser. Necesitas comprender tu existencia. ¿La conoces? Conócela antes de que sea demasiado tarde, antes de que se vaya. Créeme, todo esto pasa demasiado rápido.
Y la lámpara… nada más triste que ver una lámpara que quedó apagada, desperdiciada, deshecha. Esta lámpara hay que encenderla para que puedas ser, sentir y comprender quién eres.
A veces sufrimos. Algunos nos hemos vuelto muy buenos para aceptar el sufrimiento, ¿no es cierto? Nuestras disculpas: “Ah, Dios quiere que yo sufra. Quiere que aprenda algo. No he aprendido nada en toda mi vida”.
Pero ya sabes. Hay un canto en hindi que escuché el otro día. Decía: “El dolor y la tristeza son nuestros amigos. Así que ¿por qué te preocupas por el dolor y la tristeza si son nuestros amigos?” Y yo dije: “¿Verdad?” ¡No, no!
La vida que tienes, tu existencia, de eso se trata. Y muchas personas dicen: “¿Pero no es esa una forma muy egoísta de verlo?” No. Es la manera más humilde de verlo.
Porque si ves la realidad, ves que es humilde y profunda al mismo tiempo. Cuando miras el sol te das cuenta de su belleza, de su poder. Y te sientes humilde delante del sol. Y sin embargo, te sientes tan feliz de que esté ahí. No tiene que ser una cosa o la otra.
Las cosas cambiarán en tu vida. Por supuesto que cambiarán. ¿Por qué? Porque es su naturaleza. Tú intentas aferrarte y no te lo permite. Pero sabes que con todos esos cambios puedes ser feliz. A esto me refiero cuando digo “conocerte a ti mismo”. Cuando te conoces a ti mismo puedes decir: “Ah, sí. Todo esto puede cambiar y yo puedo sentirme satisfecho de todas maneras”.
Así que, ¿sabes lo que necesitas? ¿Sabes cuál es la diferencia entre un deseo y una necesidad? No lo sabes. Conocerte a ti mismo. De eso se trata. Analizar, saber qué es solo un deseo y qué es una necesidad. Conocerte a ti mismo.
Suceda lo que suceda en tu vida necesitas (no deseas), necesitas conocer el valor de esta respiración. El valor de estar vivo. El valor de este tiempo que tienes.
Porque estamos celebrando la vida, la existencia. Así es. Así es como se ha desarrollado durante tantos miles de años sobre la faz de la Tierra. Y el mensaje que se ha perfeccionado siempre, sin importar todo lo que estaba sucediendo, es que estás vivo y eres muy afortunado.
Yo hablo de la respiración. Había un recluso en Sudáfrica que me escuchaba hablar sobre la respiración, la respiración, la respiración... De modo que un día volvió a su celda (esto se lo dijo a la persona que le estaba llevando los vídeos de Educación para la Paz), se acostó y empezó a centrarse en su respiración. En sentirla.
Dijo: “De repente, en esa misma cama en la que yo me había tendido y atormentado durante tantos días, comencé a llenarme de paz. Y mientras más sentía mi respiración, más me llenaba de paz. Al cabo de un rato sentí paz como nunca la había experimentado en mi vida”.
Realmente vale la pena conocerte a ti mismo, créeme, porque es algo maravilloso.
“Confinamiento” día 5: un mensaje personal de Prem Rawat sobre estos momentos difíciles.
CONFINAMIENTO – DÍA 98
CUENTA REGRESIVA AL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ
Experiencia versus creencias
San Pablo, Brasil
Hoy has elegido estar aquí para escuchar sobre la paz, para profundizar tu comprensión de lo que es estar vivo. Para dar un paso más. De lo que quiero hablar hoy realmente tiene más que ver con quiénes somos. ¿Quiénes somos? ¿Qué es un ser humano?
Por un lado es muy sencillo. Estamos hechos de seis cosas, seis elementos: oxígeno, hidrógeno, carbono, calcio, nitrógeno, fósforo. Eso eres tú.
Lógicamente, esto es lo que ves. Cuando ves a otra persona es eso lo que ves. Y no hay ninguna diferencia, no importa a quién mires, esto es lo que ves.
Pero no es verdad. Observamos a nuestra madre y no solo vemos carbono, calcio, oxígeno y todas estas cosas. Vemos otra cosa. Vemos a nuestro padre y no solo estamos viendo carbono, calcio, nitrógeno, fósforo, hidrógeno y oxígeno nada más. Vemos a un padre.
Vemos a una persona que amamos y no decimos: "Ah, esto es todo lo que eres". Vemos a una persona amada. Así que obviamente, aunque técnicamente hablando estamos hechos de esto, esa no es toda la historia completa. Hay algo más.
Y también hay otra cosa involucrada y son nuestros deseos, lo que queremos. Deseamos ser felices. Tenemos una increíble tolerancia para la felicidad. Podemos recibir dos mil millones de toneladas de felicidad en cualquier día y no es problema. Podemos consumir toda la felicidad y no nos causa un problema.
Y todos nuestros sueños, nuestro mapa de ruta que creamos en la mente para alcanzar la felicidad. Dibujamos un mapa: “Si tengo esto, tengo esto, quiero esto, tengo esto, entonces podré ser feliz". Es nuestro mapa de ruta hacia la felicidad.
No importa si tienes muchos estudios o no, si tienes un trabajo o no lo tienes, todos los días aspiras a ser feliz. Eso eres tú.
Ahora la pregunta es: si esto es lo que eres, esto es a lo que aspiras y esto es lo que quieres, ¿entonces por qué la humanidad no tiene éxito? ¿Qué sucede? Mientras más intentamos ser felices, más nos entristecemos. Mientras más intentamos ser libres, más nos frustramos.
Porque estamos atrapados en la red como un pez, estamos atrapados en la red de definiciones. Y creemos en estas definiciones aún cuando no dan resultado. Incluso cuando no funcionan seguimos creyendo. Nos hemos convertido en creyentes.
Ustedes han oído hablar de Leonardo da Vinci, ¿no? [Audiencia: sí.] Bien. Encontraron unos apuntes de Leonardo da Vinci y en una de las notas él firma de esta manera: "Discípulo de la experiencia, Leonardo da Vinci".
Cuando leí eso tuve que preguntarme: ¿eres un discípulo de la experiencia? ¿Es esto lo que sigues, la experiencia o las creencias? Ahora, esta es una gran diferencia, una diferencia enorme. Porque una dice: "Sigo lo que sé". Y la otra dice: "Sigo cualquier cosa".
¿Qué preguntas haces tú? ¿Qué preguntas deberías hacer? ¿Haces la pregunta ¿soy bendecido? Y si soy bendecido, ¿lo siento todos y cada uno de los días? Todos los días. ¿Estoy vivo? ¿Me siento vivo todos los días? ¿O siento en mis emociones celos, ira, miedo, duda?
Si no sientes celos, miedo, ira y dudas deberían ponerte en un museo. Tendrían que embalsamarte y colocarte en un museo donde dice: "Aquí hay una persona que no siente ira, miedo, duda, confusión..."
Pero el asunto es que si hay temor en ti, hay libertad en ti. Si hay ira en ti, hay compasión en ti. Si hay confusión en ti, entonces hay claridad en ti. Si hay dolor en ti, hay dicha en ti.
¡En ti! Dentro de ti ¿Entiendes lo que eso significa, "dentro de ti"? La mayoría de las personas oyen lo que estoy diciendo pero no cuadra: "¡Dentro de ti!" Porque para la mayoría de las personas que son creyentes, para ellos, esto viene de allá arriba.
¿Qué te hace el miedo? ¿Qué te hace el temor? Te destruye, puede destruirte. ¿Qué te hace la confusión? Puede destruirte, puede destruir el momento, puede destruir en día entero, así nomás.
Entonces, el cielo está aquí. ¿Qué piensan? ¿Lo creen o no? ¿Lo saben? ¿Lo saben o lo creen? [Audiencia: ¡Sabes!] ¿Sabes? [Audiencia: ¡Sepa! ¿Sí Sí? ¿No? ¿Y si? ¡Si! ¿Y lo sabes? No por mi culpa. No, no, no, no, no. Estoy en desacuerdo.
Soy un espejo ¿El espejo produce la cara? [Individuo: No.] ¡Soy un espejo! Yo no produzco tu cara. Puedes experimentar el cielo, no por mí sino porque estás vivo. Si no estás vivo, puede haber nueve millones iguales a mí y no podríamos ayudar a nadie.
Porque eres tú. Dentro de ti tienes el ser divino. ¿Qué más podrías pedir en tu vida que el ser divino que está dentro de ti? Más cerca que cualquier amigo, más cerca que tu esposa o tu esposo, dentro de ti. El que te acompañará adonde quiera que vayas.
En el lugar más oscuro, el ser divino está contigo. En la cima de la montaña, el ser divino irá contigo. En la confusión, el ser divino está contigo. En tus problemas, en tus tristezas, en todas las emociones que consideras el infierno, el ser divino está contigo. ¿Celebras esto? ¿Das las gracias? ¿Le das las gracias al Ser Divino por estar contigo?
Tu amigo. Si no reconoces a tu amigo, tu amigo no será tu amigo por mucho tiempo. En algún momento le tienes que decir a tu amigo: “Me gustas. Gracias por ser mi amigo." ¿Qué le dices al Ser Divino?
Estas son las paradojas en las que deberíamos estar trabajando. Porque cuando lo hacemos, la resolución de estas paradojas es el saber, esto es verdaderamente conocer al ser. "¿Conócete a ti mismo?". Pero aquí hay una muy buena razón, porque esto es lo que eres.
Tienes una mente y tienes un corazón. Estás equilibrado. Si aprendes a usar las dos cosas por igual, no solo estarás en paz sino que prosperarás en este mundo.
Pero la mayoría de las personas solo saben usar una. Al corazón no lo entienden. Digo "el corazón" y la gente dice: "¿Qué es un corazón? ¿De qué estás hablando?" Te diré lo que es un corazón.
El corazón es el lugar donde reside la valentía del ser humano. El corazón es el hogar de tu claridad. El corazón es el lugar en el que existe y al que pertenece lo divino. El corazón es el lugar desde donde buscas la verdadera gratitud de tu existencia. El corazón es el lugar donde reside el amor.
El corazón es el lugar donde en ti está la sed de estar pleno. Ese lugar que contiene todo esto que es bueno se llama "corazón". Eso es un corazón. La valentía. La valentía de buscar la claridad en medio de la confusión. Cuando todo anda mal, el valor de decir: “No, no. Quiero claridad, quiero estar pleno”.
¿Has experimentado este valor? ¿Has sentido esta valentía? ¿Has entendido esta valentía? ¡Es tu poder! Es tu poder prosperar en este mundo. Prosperar, brillar, ser.
CONFINAMIENTO – DÍA 97
CUENTA REGRESIVA AL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ
UN PROCESO DE DESCUBRIMIENTO
CONFERENCIA SOBRE MULTICULTURALISMO, TOLERANCIA Y PAZ
Distinguidos invitados, damas y caballeros: en primer lugar quisiera decir que es un gran honor para mí estar aquí, es maravilloso estar en compañía de las personas que están interesadas en la paz.
Porque cuando ocurren cosas en este mundo que no son propicias para que sigamos adelante (guerras, problemas con los refugiados, destrucción de los recursos naturales), tenemos que hacernos una pregunta: ¿por qué? Sé que en los periódicos se lee que tenemos problemas, problemas y más problemas.
Y claro que me voy a preguntar ¿por qué tenemos este problema? ¿Qué es lo que está mal aquí? ¿Qué pasa? ¿Por qué tenemos estas personas llamadas refugiados que han dejado sus hogares donde crecieron, sus familias, sus bienes y tienen que irse a otro lugar, a otra tierra para poder sobrevivir? ¿Por qué? ¿Por qué tenemos estas guerras? ¿Por qué peleamos?
Yo sé que todo el mundo tiene una explicación: “Bueno, hemos estado peleando durante mucho tiempo, así que está bien.” ¿En serio? ¿Con eso basta?
En algún momento, cuando tengas tiempo, siéntate a hacer una lista de todas las cosas que nos dividen. Así es como nos vemos unos a otros: división, división, división y más división. Eres de India, eres de Australia, eres de Inglaterra. Vamos.
La verdad es que todos nosotros estamos hechos en un 90% de lo mismo: oxígeno, carbono, calcio, hidrógeno, nitrógeno y fósforo. Todos nosotros, hombres, mujeres, niños; cultos o incultos, ricos o pobres estamos hechos de lo mismo. Estos son los elementos que nos constituyen.
Como seres humanos tenemos un anhelo de paz. ¿Por qué? Eso también es muy sencillo. Somos muy vulnerables. La paz es algo que en realidad necesitamos. ¿Por qué somos vulnerables? No tenemos garras. No tenemos garras como los leones. No tenemos esos grandes colmillos como los leones. No estamos bien equipados para la pelea, ¿sabes por qué?
Porque nuestra zona más vulnerable (que todos los otros animales protegen) está totalmente expuesta. Somos una invitación abierta: “Ven a matarme. Y no sólo de una forma. Te mostraré unas cuantas maneras diferentes en que lo puedes hacer. Puedes probar por aquí, por aquí y aquí.”
Es decir, somos vulnerables. La paz es algo que hemos buscado en nuestra situación. Pero nos hemos convertido en víctimas de la avaricia. Nos hemos olvidado de nuestra pasión. Hemos abandonado nuestra pasión por la compasión y hemos adoptado una lógica muy extraña.
Cuando yo digo “paz” la gente pregunta (estoy seguro, no lo dicen pero sé que lo piensan): “¿Cómo propone usted, Sr. Rawat, traer paz a este mundo? ¿Cuál es su propuesta? Con el mundo en un estado de caos, con los problemas que hay en este mundo, ¿cómo propone que sea?”
Ah, te explicaré algo. Lo que propongo es lo siguiente: la paz ya existe dentro de cada ser humano. Y como ya se encuentra dentro de cada ser humano no hay nada que haya que hacer. No hay que crear nada. Nada. Es un proceso de descubrimiento, de que las personas descubran la paz en su interior.
Para tener una guerra, debido a nuestra vulnerabilidad y a no ser hábiles en la pelea contra nada… es decir, si golpeamos muy fuerte se nos rompe la mano. Así de malos somos peleando.
Entonces, ¿qué necesitamos para pelear? ¿Sabes qué necesitamos? Billones de dólares. No podemos pelear. Necesitamos billones de dólares para poder hacerlo. Necesitamos ejércitos, metralletas. ¿Sabes que para pelear hay que entrenar a cada uno? Hasta para pegarle a alguien se te tiene que entrenar.
Así de malo eres. Toda esta idea, la lógica de pelear, la lógica de declarar una guerra, se te tiene que enseñar. Pero la paz está en tu interior. Siempre ha estado. No se necesita ningún entrenamiento. Ninguna enseñanza. Lo único que tienes que hacer es, como dijo Sócrates: “Conócete a ti mismo”. Y cuando te llegas a conocer comprendes que esta paz que buscas ya se encuentra en ti.
No comprendemos el potencial del ser humano. Decimos: “Ah, los seres humanos cometen errores”. Pero los seres humanos, para con los otros seres humanos, tienen el corazón más grande. Pueden amar, y cuando deciden compartir la bondad no tienen igual. No tienen igual.
En las últimas tres entrevistas que tuve me han preguntado: “Usted ha conocido a muchos dignatarios, ¿a quién recuerda? Entonces les cuento una pequeña historia.
La persona que recuerdo, de hecho, no era un dignatario. Era una persona en India. Yo conducía mi automóvil, nos habían empacado un almuerzo pero se olvidaron del agua. Así que nos pusimos a almorzar y sentimos sed.
Vimos a un granjero extrayendo agua de un pozo con un odre. Así que detuvimos el automóvil, nos acercamos a él y le preguntamos si por favor nos podría dar un poco de agua.
Recuerdo a este hombre tan claramente como los estoy viendo a ustedes ahora. Y esto ocurrió hace unos cuantos años. Me dijo: “No tengo mucho, pero mi choza está ahí cerca. Tengo pan de ayer y unos pocos trozos de encurtidos. Si tienen hambre, será un honor para mí ofrecerles esto”.
Generosidad, sí. Es todo lo que tenía. Tomamos el agua, la bebimos. Se lo agradecimos. Y hasta el día de hoy esto ha dejado una huella en mí que nunca olvidaré. He viajado por todo el mundo muchas veces y he conocido a muchas personas, pero nunca me olvido de él. ¿Por qué? Debido a su bondad.
Este es el nivel de bondad humana que puede haber. Este es el nivel de lo que un ser humano puede lograr. Caminar en paz. Estas son todas posibilidades y han sido demostradas en este mundo.
Esta es nuestra posibilidad. Nuestra comprensión, nuestro momento, nuestra oportunidad. Cuando el ser humano mira sus logros… todo lo que puedo decir es que el mayor logro de un ser humano será la paz.
Que la humanidad mire hacia atrás y se digan unos a otros, para contarles a sus hijos (cuando les cuenten historias) no la historia de los tres osos, sino poder decir esto: “¿Saben? Nosotros establecimos la paz. Quizás en una situación que parecía totalmente imposible, establecimos la paz”.
La sed de paz indudablemente sobrepasa todas las barreras. Lo he visto. Sobrepasa el idioma, sobrepasa la religión, sobrepasa la larga lista de diferencias que nosotros tenemos. La sobrepasa completamente. La sed de paz se encuentra en cada ser humano.
¿Podemos comprender la dinámica del esfuerzo que hace el bebé, que cada uno de ustedes hizo, por cierto? Ese bebé una vez fuiste tú. Y te pusiste en pié, tú te paraste y te caíste. Te caíste y alguien te extendió su bondad para animarte.
Esto se trata de nosotros. Se trata de que comprendamos y hagamos el esfuerzo. Que hagamos posible la paz en nuestras vidas.
CONFINAMIENTO - DÍA 101
CUENTA REGRESIVA AL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ
UNA CUESTIÓN DE ELECCIÓN
LISBOA – PORTUGAL
Es bueno, de vez en cuando en esta vida, observar y comprender qué está pasando. Aunque fueras a vivir 70 años, son 25.550 días. Y si llegaras a vivir 100 años, son 36.500 días. Naciste y un día tendrás que partir.
Nacer fue la culminación de todas estas cosas que están alrededor de mí. El oxígeno, el hidrógeno, el carbono, el calcio, el nitrógeno y el fósforo. De eso estamos hechos. Todos estos elementos se juntaron, todo este polvo, el oxígeno, todo el aire, toda el agua, todas estas cosas se juntaron para crearme a mí, a ti. Y ahora todo va a volver al lugar de donde vino.
Así que no es así, una línea recta, sino que es así, un círculo. ¿Adónde iré? Al lugar del que vine. La llegada fue aquí y la partida también será de aquí. Pero es este círculo el que separa las dos cosas. Este círculo se llama la vida. Y es la médula fundamental de lo que llamamos el ser, tú, yo. El ser.
Luego escuchas “conócete a ti mismo”. Y la mayoría de la gente, (puedo decirlo porque llevo cincuenta años haciendo esto, tengo experiencia), a la mayoría de las personas les parece algo misterioso, muy filosófico.
Después de todo, Sócrates fue un filósofo. Filosófico, ¿qué tiene de práctico esto de “conócete a ti mismo”? ¿Qué? Por supuesto que me conozco a mí mismo, me llamo tal y tal, mi teléfono móvil es este, y mi dirección de correo ésta. Este es mi gato, este es mi perro, esa es mi casa, aquél es mi traje, estos mis zapatos, este es mi cinto.
Piensa un poco, si de verdad te conocieras sabrías, conocerías todo lo que hay en ti, lo bueno y lo malo. Pero esta es la cuestión. ¿Has hecho tu elección? ¿Has elegido? En este viaje (puedes llamarlo como quieras) estás en esta parte del anillo ahora. Naciste, obviamente, y la vida está transcurriendo. ¿Has hecho tu elección, por cierto? ¿Has elegido? ¿O vas improvisando?
Te levantas en la mañana: “Ay, no me siento bien, no me gusta ese tipo, no me gusta eso, no me gusta aquello, esto no está bien, no quiero ir allí, no quiero ir allá”. ¿Has hecho tus elecciones? ¿Has elegido? Es una pregunta muy, muy interesante. ¿Has elegido?
Estas viviendo, eso es este anillo. ¿Vas a vivir tu vida sin haber elegido? ¿O la vas a vivir con un conjunto de opciones elegidas? ¿Pero cómo vas a elegir si no sabes qué es lo que tienes?
Permíteme arrojar algo de luz sobre lo que tienes. Tienes en ti ignorancia: 50%, y tienes en ti conocimiento: 50%. Tienes en ti oscuridad: 50% y tienes en ti luz: 50%. No te fíes de lo que tú creas, es 50%. No digas 49, o 51%, no es verdad. Es exactamente mitad y mitad.
Por cierto, el 50% que tienes es más que suficiente para que vivas una vida increíble. O el 50% malo es más que suficiente para destruirte totalmente. Y tienes los dos, tienes ambos.
Hay en ti miedo y también hay valor. Mitad de cada uno. Pero si de verdad sabes esto, entonces puedes elegir. Puedes elegir: “Quiero en mi vida elegir la valentía, no el miedo.”
Entonces, en lugar de vivir en las creencias, tienes que empezar a vivir en el saber, en el conocimiento. Esto requiere valor y esa es la elección que tienes que hacer: ¿elijo el valor o elijo el miedo?
El miedo es muy fácil, no tienes que hacer nada. Solo seguir tumbado en la cama imaginando al monstruo, se hace cada vez más y más grande. Los colmillos son cada vez más grandes y las uñas cada vez más largas, los ojos se agrandan más, está cada vez más hambriento y más peligroso. Está debajo de tu cama y te va a comer a ti sin kétchup.
¡Pero saber, yo quiero saber! Quiero sentir, porque hay algo que es muy obvio, muy evidente. La vida es increíble, es muy valiosa, la respiración es un regalo maravilloso, sin que tengas que apretar ningún botón sucede, es un regalo increíble, se te da gratis. ¿No deberías estar lleno de agradecimiento? Naturalmente. ¿Lo estás?
Hago demasiadas preguntas. Esta vida, ¿no debería estar llena de gratitud? ¿Por qué no es así? ¿Por qué? ¿Por qué todas estas cosas de las que estoy hablando no son obvias? ¿No deberían ser evidentes? ¿Por qué no lo son? Quizás porque no has elegido.
Tú tienes una cantidad enorme de valentía. Cuando eras un bebé hiciste algo. No tenías educación superior, no eras un científico, un fisioterapeuta ni un doctor. No eras psicólogo ni psiquiatra, no eras un atleta ni un entrenador. Pero tú decidiste, elegiste, que querías caminar. Así que lo intentaste, trataste, pero no funcionó. Te caíste, fallaste. Pero no fuiste un fracaso. ¿Por qué no fuiste un fracaso? Porque lo intentaste otra vez. Y cuando lo hiciste te caíste. Fallaste, pero no fuiste un fracaso. Y lo intentaste nuevamente. Seguiste intentándolo hasta que un día, lo lograste. Caminaste. Nadie podía ayudarte porque el sentido del equilibrio es individual, tiene que estar en ti.
¿Podría ser que tenías muy claro, como bebé, lo que querías hacer? Y ahora no es así. ¿Podría ser que la única cosa que te hace sentirte capaz es conocerte a ti mismo? Saber que tienes opciones.
¿Sabes que tienes opciones? En tu dolor, en tu sufrimiento, en tu confusión, ¿sabes que aún tienes una opción? ¿Lo sabes? Que tienes opción, que siempre puedes elegir. Y puedes elegir no elegir, incluso tienes esa opción. Y la mayoría de las veces, ¿no has elegido no elegir?
Esa pequeña mezcla del destino… ¿Cuál es tu destino? Si no haces nada habrás nacido, vivirás la cantidad de días que sea que vivas y luego volverás, los elementos volverán al lugar de donde vinieron. Serás desmontado. Cuando naciste fuiste ensamblado y ahora serás desarmado.
Cuando has elegido, de esa elección surge la gratitud, porque uno es testigo del valor y la existencia de este ser en la faz de esta tierra. Cuando los ojos están abiertos, cuando el corazón está lleno, cuando no hay dualidades, cuando las preguntas se han convertido en respuestas, cuando hay una dulzura y una serenidad danzando en la propia vida, entonces la paz se manifiesta. Y cuando se siente esta paz, entonces el corazón desborda gratitud, desborda agradecimiento.
Encuentra ese cielo, el cielo que está en ti, tu cielo. Transfórmate, despierta, disfruta, vive, existe, adora la sencillez, hay sabiduría en eso, hay sabiduría ahí.
Cuando vine al occidente la gente me decía: “no queremos escuchar sobre la paz, dinos cómo hacernos ricos.” Y es un juego tal… Yo era apenas un adolescente, tenía 13 años, y me preguntaron: “¿eres rico?” y yo que justo estaba de muy buen humor respondí: “Sí. Soy muy rico, soy de verdad muy, muy rico… en el corazón”. En dinero solo tenía 25 libras esterlinas, eso fue todo lo que pude traer de India, no nos permitieron traer más, nos dieron a cada uno 25 libras. ¿Qué son 25 libras? ¿Qué son 25 mil libras? Aparece cualquier noticia y ese dinero se devaluó, no vale nada.
Un día tienes más de lo que debes y otro día debes más de lo que tienes. Me encanta la certeza, la certeza de este mundo es increíble. Si mi automóvil exhibiera este tipo de certeza, nunca lo conduciría. ¡Y aquí, esta respiración viene como un reloj increíblemente confiable!
¿Quieres entender el significado de la palabra confiable? Piensa en tu respiración. No en tu perro. Porque vendrá. Es lo que te permitió, si naciste en un hospital, venir a casa. Y es el aliento, si naciste en casa, lo que te permitió quedarte en casa. Porque si la respiración no hubiera llegado no habrías vuelto a casa. Y si la respiración no hubiera llegado, y naciste en tu casa, habrías ido a parar al hospital.
Así es como es: simple y profundo. Conócete a ti mismo.
CONFINAMIENTO – DÍA 100
CUENTA REGRESIVA AL PROGRAMA DE EDUCACIÓN PARA LA PAZ
EN QUÉ CONSISTE SER HUMANO
Buenos Aires, Argentina
Actualmente hay problemas. Muchos problemas. Las personas se ponen bombas unas a otras, se matan, se estafan, se roban. Y todo el mundo se pregunta qué va a pasar. El mundo está plagado de problemas económicos. La gente no se siente segura.
Así que uno se pregunta: “¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Cómo nos convertimos en esto? ¿Es esta nuestra naturaleza, somos esto?” O está ocurriendo alguna otra cosa y quizá estemos tan apartados de nuestro verdadero ser que ya no entendemos nuestra naturaleza.
Así que surge la pregunta: “¿Quién eres?”. No “¿qué eres?”. No un doctor, un abogado, un piloto, un granjero, un oficinista. No “¿qué eres?” sino “¿quién eres?”. No marido, esposa, hija. No. ¿Quién eres? ¿Quién?
Como ser humano, ¿te das cuenta de lo que eres, de lo que se te ha dado?
Por un lado estás hecho de seis elementos: hidrógeno, oxígeno, carbono, calcio, nitrógeno y fósforo. ¿Dónde se encuentran estas cosas? En todas partes. Por todas partes. Caminas y escupes sobre ellas. Y estos son los elementos que intentas quitarte con una ducha cuando llegas a tu casa. Pero de esto estás hecho.
Realmente, ¿quién eres? Tienes la capacidad de saber. Tienes la capacidad de comprender. Tienes la capacidad de lograr la satisfacción, de estar en paz, de comprender, de sentir. De sentir. Tienes la capacidad de expresar y de sonreír. Esto eres tú. Esto soy yo.
La pregunta es: ¿cuál es mi grado de satisfacción? ¿Cuál es tu grado de satisfacción? ¿Cuál es? Si tienes la capacidad de lograr la satisfacción, la pregunta sería: ¿cómo de satisfecho estás? Porque si no estás satisfecho al cien por ciento algo va mal. Si no es el cien por ciento, ¿por qué no?
Tú tienes la capacidad de sentir paz, pero ¿estás en paz? ¿Cada día? ¿Has comprendido realmente lo que es ser humano? ¿Y has llevado esa comprensión a su punto culminante? Hasta un árbol intenta desarrollar su fruta hasta su punto culminante. ¿Y tú? ¿Tú también?
¿O estás atrapado en las mismas fórmulas de la ira, el miedo, la frustración, la confusión; con la paz como una esperanza por aquí atrás, muy atrás, para “algún día”, cuando la paz siempre se encuentra en tu interior.
En tu interior hay ira y también hay perdón. En tu interior hay odio y también hay amor. En ti hay alegría y también está la tristeza. Hay en ti confusión y también claridad.
Lo que es tuyo, es tuyo y solo tuyo. Y no se lo puedes dar a nadie más porque es solo tuyo. Ya sea egoísta o no, es un hecho. Así que, ahora que es tuyo y solo tuyo, y tú eres su guardián, mientras el aliento entre y salga de ti, ¿qué vas a hacer con él? ¿Vas a estar en paz?
La gente dice: “¿Dónde está la paz?” En ti. “Bueno, ¿cómo es que no lo sé?”. ¿Has mirado? ¿Lo has hecho? ¿Te has fijado? ¿O eres una de esas personas...?
Porque sé que hay muchas personas esperando a que llegue el ángel. Han estado esperando a ese ángel durante tres o cuatro mil años.
El asunto no es la paz sino que tú elijas la paz. Porque el día en que lo hagas... ¡está en ti! Y la gente dice: “No. No, no puede ser.” Pero, ¿qué piensas qué es? ¿Dónde crees que está exactamente? ¿En el espacio?
Así que los astronautas deben sentir mucha paz cuando están allá arriba en el espacio. Cada vez que se enciende una luz, cada vez que algo no funciona: “Ay, Dios mío...”
Tú tienes ese poder porque eres humano. Superman está en ti. No necesitas un Superman. No necesitas un milagro ¿Sabes por qué no necesitas un milagro? ¿Sabes por qué? Porque tú eres el milagro.
Tierra, polvo, ¿puede eso amar? ¿Puede sonreír?, ¿puede reírse?, ¿puede entender, tener compasión? ¿No es eso un milagro? ¿Entonces qué lo es? ¿Qué lo es?
¿Esto? No estará aquí para siempre. Viene y se va. Se va, ¿adónde? Aquí mismo.
Se lo digo a las personas y me miran perplejos. Les digo: “¿Qué piensas? ¿Qué cuando naciste la tierra pesó más y cuando te mueras la tierra pesará menos?” No, se mantiene igual. Se pone un poco más pesada, porque cae polvo constantemente del espacio, para crear una nueva berenjena, un nuevo tomate, y para crear un nuevo tú.
Pero se trata de entender el poder de este aliento. ¡Se trata de ti! Este es el regalo que posees, que se te da.
Uso la palabra regalo, y esto dice: “¿De quién?” ¿En serio? ¿En serio? ¿De verdad? Ahí estás en medio del océano. Has estado nadando dos días enteros y no hay nada a tu alrededor. Y de pronto, aparece un chaleco salvavidas.
¿Realmente vas a decir: “¿De qué barco salió? ¿Del mío que naufragó?” O vas a decir: “¿A quién le pertenece esto? ¿Es de alguien?” ¿De verdad? O vas a decir: “No puedo ser tan egoísta y quedarme con este salvavidas. Quizá otro venga en camino”. ¡No! “¡Ah, gracias!” ¿A quién le das las gracias? ¿A quién le agradeces?
Esto es comprender. Este es el proceso de la sencillez. Y es el proceso de conocerse a uno mismo. Eso es lo que dijo Sócrates: “Conócete a ti mismo”. Este es el proceso de conocerte a ti mismo.
Sin embargo nos hemos dedicado a conocer a todos los demás. “Deja que te presente a Fulano de Tal.” ¿Te han presentado a ti mismo?
Yo hablo de la paz. A esto me dedico: yo les presento a las personas a ellas mismas. Eso es lo que hago. Y es lo único que necesito hacer.
¿Eso va a traer la paz mundial? El mundo no necesita paz. Créeme, el mundo no tiene ningún problema. Somos nosotros, los seres humanos, los que necesitamos paz.
Esta idea de “la paz mundial” es estrafalaria. Oye, he estado haciendo esto durante cincuenta años ¡Cincuenta años! Comencé cuando tenía nueve años y este año es el cincuentenario. Así que esto proviene de muchísima experiencia: el mundo no necesita paz, las personas sí. El mundo no pasa hambre, las personas sí. El mundo no mata a nadie, las personas sí.
Se trata de la gente. Las personas se han olvidado de las personas. Los políticos se han olvidado de las personas. En nombre de esto y aquello nos hemos olvidado de los seres humanos. De los seres humanos. Y resulta que la paz habita en los seres humanos. Comprender esto es sencillo.